viernes, 28 de marzo de 2008

Desrefutaciones II

Nada más apropiado para la columna de Lanata del diario Crítica del día 26 de Marzo del 2008, como para ubicarla en “opinión”.
Como tal, se arroga el derecho de la realidad, descalificando la apreciación de relato, usado por CFK, como si el de él no lo fuera. Todo
elemento discursivo contiene un relato, y solo para ilustrar, un párrafo de Darcy Ribeiro:

Esta posición comprometida no es más que explicar los fines a los que deseamos servir y de los objetivos que buscamos alcanzar. La imparcialidad, en este caso, sería un escamoteo malicioso, como el de aquellos que no pueden confesar sus lealtades; o ingenuo, como los de quienes no indagan por sí mismos los intereses que sirven.
El compromiso explícito sólo se opone, por lo tanto, al compromiso implícito y conduce de hecho a una objetividad mayor, porque explicita todos los elementos puestos en acción en el proceso de análisis incluso, las motivaciones del autor.”

Si bien las responsabilidades no son comparables, contienen la importancia suficiente como para incidir en el direccionamiento de la resultante de un acontecimiento. Los acontecimientos, leídos por sí solos, nunca reflejan la dimensión de lo que se juega y es en esta u otra manera de leerlos, en que se refleja el relato. El relato es lo que condiciona el discurso y en el discurso se va (siempre) a agradar a unos y desagradar a otros. Y finalmente, es el relato (no el discurso) el lugar solidario que se ocupa.

Es ese lugar el que determina la responsabilidad de quien desarrolla un discurso.

El hecho en sí mismo es uno más (quizá de los más problemáticos) con los que se ha enfrentado, o deba enfrentarse, la administración Kirchner, pero se debe destacar (aunque se lo quiera simplificar) que contienen los relatos que Lanata (agudo observador) pudo leer y transcribir.

Reducir el discurso (como hace al final de su “opinión) a un mero problema de balances económicos, también ubica a quien lo emite. Y en el discurso centrado en una discusión de ganar o perder ocho puntos más o menos de las retenciones , el relato emanado de los protagonistas de los hechos, tiene como eje predominante el cuestionamiento a la intervención del estado en la regulación de las actividades privadas, en definitiva: quién decide y quién manda (¿por qué no hablamos del poder?). Consecuentemente, hasta cabría dudar de la intención cierta de que quien emite la “opinión”, tenga intenciones de aumir una posición que pueda desagradar a algunos, (reservándose la amistad de todos los protagonistas para el futuro) eludiendo el juego para no perder.

Un gobierno no tienen esa chance, está obligado a jugar, y hasta forzado a perder. Y quien pierde, no es solo un gobierno.

Siempre que se toma una posición, se ubica en un lugar, se defienden intereses, y tal como dijo Jorge Coscia (en un reportaje televisivo) con motivo de los hechos que originaron estas opiniones (palabras más o palabras menos): la historia finalmente termina contando (la historia oficial solo la cuentan los que ganan) las responsabilidades que implican asumir un relato, aunque más no sea, disfrazado de “opinión”

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