sábado, 19 de septiembre de 2009
María Carolina Moisés en defensa de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual
domingo, 15 de febrero de 2009
"Escaramujo" Silvio Rodriguez, Managua, Marzo 2008
lunes, 2 de febrero de 2009
Illapu "Se Alumbra la Vida"
Aún estamos vivos
viernes, 30 de enero de 2009
El Che Guevara Negro
“Es lo que nosotros hemos percibido, nosotros el pueblo de Burkina Faso (...). Era necesario que diéramos un sentido a las ruidosas rebeliones de las masas urbanas desocupadas, frustradas y fatigadas de ver circular las limusinas de las elites alienadas que se sucedían a la cabeza del Estado y que no les ofrecían nada más que las falsas soluciones pensadas y concebidas por los cerebros de otros. Teníamos que darle una conciencia ideológica a las justas luchas de nuestras masas populares movilizadas contra el imperialismo monstruoso.”
“Hablo en nombre de las mujeres del mundo entero, que sufren un sistema de explotación impuesto por los varones. En lo que nos concierne, estamos dispuestos a recibir todas las sugerencias del mundo entero que nos permitan lograr el desarrollo total de la mujer burkinesa. Como devolución, compartiremos con todos los países la positiva experiencia que llevamos a cabo con las mujeres, presentes ahora en todos los niveles del aparato del Estado y de la vida social de Burkina Faso. (...) Sólo la lucha libera, y llamamos a todas nuestras hermanas de todas las razas para que se lancen a tomar por asalto la conquista de sus derechos.“
Mas Información:
http://www.thomassankara.org/
domingo, 4 de enero de 2009
¿Qué es la Voz?
Vengo a preguntar ¿qué es la voz?. ¿Será, acaso, apenas un sonido con el cual solo puede escucharse lo que se dice? ¿Y si no existe el oyente?. Y si acaso existe, ¿estará escuchando lo que nosotros decimos? Quizá la única confirmación que tengamos sea el eco. Ese sonido devuelto. Muy devaluado en ciertos lugares. Pensado como repetición del sonido de la voz de uno. Acaso, cada respuesta, ¿no es un eco, aunque sea dicha por los otros? Por una pared,. Un pavimento. También por un árbol o por un pájaro, y porqué no, por un auto, un camión o colectivo.
Y, aunque lo que diga el otro sea un grito de respuesta a un susurro, sea un susurro, un llanto o una sonrisa, en respuesta a un grito. ¿Porqué no creer que el eco es la propia voz dicha por el otro? O el silencio de una pared sin ventanas, que nos mira impávida en nuestra desesperación urbana. La desesperación, quizá sea eso, lo urbano. Se nos viene encima con su regimiento de artefactos y cemento, que nos interpela de nuestra soledad.
Esa voz dicha por nosotros y emitida por otra boca. La del radiador del camión o del colectivo que nos ruge en nuestro oído.
Sin embargo, yo no sé hablar. Solo hablo de mis características y de aquellos lugares que transité, y que exhibo como galones, y me quedo en la espera que se me elogie y se me admire, por lo que no digo ahora. Ya no hablo. No tengo voz, estoy mudo. De una mudez espantada de mi caída. Pero hay quienes no me dejan. Y me besan. Y me acarician. Quizá sea eso lo que me queda. Que nos queda a todos.
Esa caricia, de esa voz que a los gritos, nos piden que veamos el sol que nos rodea. Que lo toquemos en su tibieza. Esa voz emitida por otra boca. Que nos dice de nosotros mismos; dicha por nosotros mismos, a través de los otros. Con otro timbre, volumen y registro. Totalmente distintos. Además, cuando el otro emite sonido, ¿Qué nos dice? Ya lo sé. Nos dice lo que nosotros mismos, hacía un instante, habíamos dicho, y que es devuelta en forma de eco.
El silencio. También es un eco. Cualquier sonido que se emita desde uno, puede ser tan silencioso, que es devuelto por el otro en silencio.
Quizá sea el momento de escuchar el silencio de uno mismo. Cuando uno habla, quizá este hablando en silencio. Esa también es la voz. Tanto, que el eco tampoco puede ser escuchado, porque es silencioso.
Sin embargo, el tiempo que dura lo que se dice, no tiene la duración del eco. En la música, quizá, el silencio tenga una duración infinita entre una nota y otra. También es tocado, debe ser escuchado y sentido. Quizá, también, sea el silencio de la voz lo más importante del sonido. Porque, aún el grito, es una palabra con significado, también puede ser silencioso. En cambio, el silencio, busca ser llenado de nada. Solo está siendo. Es lo no hecho aún. Es lo potencial. Lo que aún no existe y se perfila. Lo que estamos por decir.
viernes, 28 de marzo de 2008
Desrefutaciones III
No debe ser sencillo, para un comunicador, tener que elegir el tema que le permita matener una columna diaria, sujeto al marketing editorial que le exige ser el director de un periódico que se jacta de ser independiente y a la vez “progresista y democrático”.
Que mejor entonces, que hablar de un sentido común que habla de una soberbia y más aún, si esta está encarnada en el discurso de un presidente de un país, y peor si esta presidenta es mujer, que exige (como lo hubiera hecho cualquier mandatario legitimado por el voto mayoritario de una ciudadanía) que se respete el interés general por sobre el interés particular de un sector que no se contenta con repartir algo de lo mucho en que fue beneficiado por ese mismo gobierno.
El rescatar una sensación de sentido común construido por un relato hegemonizado por los medios que se esfuerzan significativa y llamativamente en hacer pesar aspectos que desvían el centro de la discusión (que no es el aumento de las retenciones, vamos...; como lo explicité en la entrada anterior) en anécdotas de señoras que cacerolean en la puerta de la residencia presidencial de Olivos con cacerolas Essen; cacerolas que no serán vistas jamás por ninguno de los peones que siguen trabajando en el campo con salarios en negro y por debajo de la línea de pobreza, mientras sus empleadores (patrones) bloquean a toda la ciudadanía el acceso a los alimentos que fundamentan su subsistencia.
De la soberbia de “los que tienen la razón en todo” habla este periodista/comunicador. ¿se supone entonces, que la razón está en otro lado? ¿En la FAA, que se alía a los que protagonizaron y promovieron golpes de estado desde el mismo momento de su fundación? ¿De quién es la responsabilidad de no diferenciar sus discursos de sus acciones reflejadas en sus alianzas?
Este gobierno actuó en absoluta soledad, quizá en esto radique la tan mentada soberbia, pero no es la misma de la que habla Lanata. En lugar de ser visto como un gesto de firmeza de quien está seguro de los pocos instrumentos con que cuenta el estado para redistribuir, luego de un desmantelamiento que destruyó los lazos solidarios reales y simbólicos; se habla de soberbia.
Y nuevamente la falacia, “ellos quieren ser tratados como personas”; los que se ponen a gritar al batir de sus Essen en la puerta de la residencia presidencial: “¡que se vayan!”, “¡andate Cristina!”; mientras quienes se manifiestan en favor del gobierno, ni siquiera merecen ser tratados ya como piqueteros porque, en definitiva, ahora los piqueteros son los blancos; Para Lanata y el periodismo independiente ahora aquellos son “La Patota”.
El desplegar un error como el de Picasa suele ser el elemento que utilizan quienes ya no cuentan con fundamentos para la discusión política. Nunca nada nuevo, sino una flaqueza del otro, símbolo de debilidad propia. Montarse en una impresición para descalificar el conjunto de lo expresado, contribuye a seguir manteniendo la ubicación simbólica de “los neutros” que “quieren ser tratados como personas”, o “ser escuchados”.
Y resulta violencia hoy, no es desabastecer, es la ejercida “ por los cabecitas negras que se lavan los pies en la fuente”. Porque parece que para Lanata, por el solo hecho de estar en el siglo veintiuno, ya no hay cabecitas negras; sí están aquellos que al son de sus Essen “quieren ser escuchados”.
Probablemente Lanata, de haber sido contemporáneo de Evita, también la hubiera calificado de soberbia. Pero esto último ya no forma parte de la realidad, solo ficción.
Desrefutaciones II
Nada más apropiado para la columna de Lanata del diario Crítica del día 26 de Marzo del 2008, como para ubicarla en “opinión”.
Como tal, se arroga el derecho de la realidad, descalificando la apreciación de relato, usado por CFK, como si el de él no lo fuera. Todo elemento discursivo contiene un relato, y solo para ilustrar, un párrafo de Darcy Ribeiro:
“Esta posición comprometida no es más que explicar los fines a los que deseamos servir y de los objetivos que buscamos alcanzar. La imparcialidad, en este caso, sería un escamoteo malicioso, como el de aquellos que no pueden confesar sus lealtades; o ingenuo, como los de quienes no indagan por sí mismos los intereses que sirven.
El compromiso explícito sólo se opone, por lo tanto, al compromiso implícito y conduce de hecho a una objetividad mayor, porque explicita todos los elementos puestos en acción en el proceso de análisis incluso, las motivaciones del autor.”
Si bien las responsabilidades no son comparables, contienen la importancia suficiente como para incidir en el direccionamiento de la resultante de un acontecimiento. Los acontecimientos, leídos por sí solos, nunca reflejan la dimensión de lo que se juega y es en esta u otra manera de leerlos, en que se refleja el relato. El relato es lo que condiciona el discurso y en el discurso se va (siempre) a agradar a unos y desagradar a otros. Y finalmente, es el relato (no el discurso) el lugar solidario que se ocupa.
Es ese lugar el que determina la responsabilidad de quien desarrolla un discurso.
El hecho en sí mismo es uno más (quizá de los más problemáticos) con los que se ha enfrentado, o deba enfrentarse, la administración Kirchner, pero se debe destacar (aunque se lo quiera simplificar) que contienen los relatos que Lanata (agudo observador) pudo leer y transcribir.
Reducir el discurso (como hace al final de su “opinión) a un mero problema de balances económicos, también ubica a quien lo emite. Y en el discurso centrado en una discusión de ganar o perder ocho puntos más o menos de las retenciones , el relato emanado de los protagonistas de los hechos, tiene como eje predominante el cuestionamiento a la intervención del estado en la regulación de las actividades privadas, en definitiva: quién decide y quién manda (¿por qué no hablamos del poder?). Consecuentemente, hasta cabría dudar de la intención cierta de que quien emite la “opinión”, tenga intenciones de aumir una posición que pueda desagradar a algunos, (reservándose la amistad de todos los protagonistas para el futuro) eludiendo el juego para no perder.
Un gobierno no tienen esa chance, está obligado a jugar, y hasta forzado a perder. Y quien pierde, no es solo un gobierno.
Siempre que se toma una posición, se ubica en un lugar, se defienden intereses, y tal como dijo Jorge Coscia (en un reportaje televisivo) con motivo de los hechos que originaron estas opiniones (palabras más o palabras menos): la historia finalmente termina contando (la historia oficial solo la cuentan los que ganan) las responsabilidades que implican asumir un relato, aunque más no sea, disfrazado de “opinión”